viernes, 11 de abril de 2008

Reflexión de María del Carmen García Galera. Universidad Rey Juan Carlos

¿Qué casos, en su campo de interés, cree que son los más relevantes del fenómeno de creciente participación en el discurso de los medios?

A raíz de las cuestiones e interrogantes que se han presentado en la introducción de este seminario, bajo mi punto de vista, creo que, en primer lugar, resulta de interés conocer quiénes son las personas que participan en estos espacios audiovisuales. Conocer su perfil sociodemográfico puede resultar de interés, pero la situación actual requiere ir más allá. Es interesante, pues, profundizar en los siguientes aspectos:

- Qué motivaciones tienen a la hora de ver un determinado programa y a la hora de tomar la decisión de participar en el mismo.

o Conocer no sólo quién participa sino por qué participa

- Qué gratificaciones obtiene del medio y de su participación (Teoría de los Usos y Gratificaciones).

- La “perversión de la audiencia activa”

o Al participar en programas donde se exponen las “miserias humanas”

o Al tratarse de un sector de la población cuya participación da lugar al protagonismo de personajes como “Chiquilicuatre”

Conocer los usos y funciones del medio para este sector de la población nos servirá también para conocer si se trata de un fenómeno en expansión y si se puede hablar de una fragmentación de la audiencia.


¿Cuál cree que es el significado de este fenómeno y de los casos citados: qué valor cabe atribuirle?

Hasta la fecha, no creo que se trate de un fenómeno que potencie las capacidades de los ciudadanos, si bien habría que diferenciar entre dos formas importantes de participación audiovisual de la audiencia. En primer lugar, la participación tradicional que se encuentra entre aquellos espacios televisivos que requieren la presencia de personas para que el programa funcione: concursos, por ejemplo. Estos programas podrían potenciar las capacidades de los ciudadanos.

En segundo lugar, si observamos la participación en determinados programas a través, sobre todo, de la telefonía móvil y los SMS, me parece que, o bien la población los utiliza como instrumento catártico (“jamás digo una ordinariez pero aprovecho la TV para desahogarme”) o verdaderamente cabe poner en tela de juicio qué sector de la audiencia participa en este tipo de programas.

Un análisis de contenido de este tipo de mensajes que aparecen en determinados programas de televisión ponen en evidencia que la tendencia es a utilizar un lenguaje soez, grosero en ocasiones, donde se critica o bien al presentador, al invitado del programa o a la persona de la que se habla. Las expresiones que se pueden leer en este tipo de mensajes de determinados espacios televisivos demuestran el grado de formación de los que participan y creo que no existen barreras para la participación en este sentido.

Creo que, verdaderamente, las tecnologías como la telefonía móvil han ayudado a la participación de la audiencia en los programas, en el hecho de que la audiencia se siente partícipe activo de la televisión, frente a la sensación de receptor pasivo. No obstante, cabe plantearse cómo también las cadenas de televisión han encontrado en esta forma de participación una importante fuente de ingresos.

Por último, otra forma de participación se hace presente a través de Internet. Los programas de televisión de mayor éxito cuentan en la actualidad con una página Web donde la audiencia puede seguir la evolución del programa, la vida privada de sus protagonistas e, incluso, participar en un chat con otros internautas. No obstante, aún la televisión en Internet representa una asignatura pendiente, no tanto por la propia televisión, como por la escasa penetración de la Red en España, en especial, si se compara esta situación con la de otros países de la Unión Europea.

La dificultad, pues, asociada al uso de las nuevas tecnologías podría ser alguno de los obstáculos para la participación de una parte tanto cuantitativa como cualitativamente importante de la audiencia.


¿Cómo cree que se debe transformar la práctica profesional o la investigación en relación con este fenómeno?

Respecto a la práctica profesional, desde hace años y en distintos ámbitos académicos y sociales, se clama por una televisión de calidad. Este concepto tan amplio requiere de una acotación terminológica si se pretende hablar de la participación de las audiencias. Suele coincidir este tipo de participación de la que venimos hablando en programas como reality-shows o talk-shows, que se sitúan en muy diferentes horarios en las parrillas de las cadenas de televisión.

Dado el éxito de audiencias de estos programas (Gran Hermano, Operación Triunfo, ¿Dónde estás corazón? o Diario de Patricia) algunos de ellos tienen, incluso, su versión “resumen” en otros programas de tipo contenedor, con el fin siempre de mantener la audiencia. Eso significa que a cualquier hora se pueden ver en pantalla estos programas y los mensajes de sus fieles seguidores. Ante la presión social, y la cantidad creciente de “telebasura” en las parrillas, el Gobierno firmó con las cadenas de televisión un código de autorregulación sobre contenidos televisivos e infancia, con el fin, precisamente, de controlar determinados contenidos a ciertas horas en las que puede existir una mayor presencia de niños frente al televisor.

A día de hoy, puede confirmarse a raíz de los diferentes estudios que se han realizado para comprobar el cumplimiento del citado código por parte de las cadenas de televisión, que a los programadores solo les importa las audiencias, esa tiranía de las audiencias, y que las cuestiones morales sobre si los niños deben o no ver u oír determinados contenidos corresponde, fundamentalmente, a los padres.

Ante esta situación, si la práctica profesional no establece límites al “todo vale”, se plantea como necesario un Consejo Audiovisual que regule y normalice la situación de la televisión, incluida la participación de las audiencias. Las cadenas de televisión ven en la participación de las audiencias una fuente extra de ingresos y difícilmente, se podrá luchar contra esta situación si no existe una normativa clara y un órgano sancionador que controle el cumplimiento de dicha normativa.

Respecto a la investigación, en la línea también de lo explicado en las preguntas anteriores, sería interesante conocer, en primer lugar, los usos, funciones y gratificaciones obtenidas por parte de la audiencia de ese tipo de programas, en segundo lugar, si verdaderamente la audiencia demanda el tipo de programación que en la actualidad ofrecen las cadenas generalistas. Como última sugerencia, analizar el uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación como herramientas para participar como audiencia activa frente a los medios audiovisuales tradicionales.

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